Esta reacción generalmente es por falta de “claridad” de la situación que se presenta o del objetivo que se desea alcanzar, dejando a la persona en un espacio de “imposibilidad” (asumiendo que no se trata de una actitud intencionalmente dañosa). Buscamos mejores resultados, tanto en lo laboral como en lo personal. Entonces, cuando nos encontramos en ese espacio de imposibilidad, ¿qué podemos hacer para transitar a un espacio de posibilidad?
Toma la siguiente idea, una metáfora sencilla y a la vez poderosa: imagina una línea horizontal frente a ti y ubica ese espacio “debajo de la línea” y luego ubica el espacio “arriba de la línea”.
Estar debajo de la línea es esa conversación con otros o conmigo mismo de: no se puede, el mundo va mal, estoy preocupado o molesto, tengo “las pilas bajas”, pesimismo.
Ahora bien, estar arriba de la línea no es necesariamente sentirse de maravilla, o que todo está bien. Tampoco es pensar qué es exactamente lo opuesto a estar debajo de la línea.
Estar arriba de la línea es cuando en la conversación conmigo mismo o con otros reconozco que la “realidad es la que es” y por lo tanto puede haber una posibilidad (aunque aún no la vea) de hacer algo para mejorar la situación. Si me falta claridad al menos puedo levantar la mano y declarar “no sé”.
Muy importante es hacer notar que estar arriba de la línea en todo momento y en todas las dimensiones de nuestra vida (personal, laboral, familiar, de salud, etc.) es impensable. Somos seres humanos, oscilamos en nuestros estados de ánimo y en nuestras circunstancias de vida. Reaccionamos ante los estímulos que el mundo nos presenta y es natural que en ocasiones nos encontremos debajo de la línea. Estar debajo de la línea no es algo negativo. Lo grave es permanecer ahí de manera consciente por un tiempo prolongado ya que ese espacio se convertirá en el “espacio de la víctima”.
Hace unos meses un grupo de médicos solicitaron aprender a manejar una plataforma de videoconferencias que les permitiera de manera remota dar consultas, clases y conferencias. Había médicos jóvenes y otros en edades cercanas a los 80’s. Tenían equipos Mac, Windows y tabletas. Unos usaban “ratón”, otros track pad y otros el toque de su pantalla táctil.
¡Imagínate darles remotamente esta capacitación!
Por un momento se expresaron abajo de la línea: “la tecnología ya no es para mí”, “somos alumnos muy difíciles”. Luego la conversación se movió arriba de la línea: “Pidamos ayuda”, “no somos difíciles, somos retadores”.
¿Notas el cambio en el lenguaje?
Reflexiona lo siguiente:
Ahora es tu turno:
¿Cómo sería tener una conversación arriba de la línea con tu equipo o con alguien de tu familia?
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